Soy tu FAN.

Chicas llorando y gritando. Con carteles de muchos colores con frases como “Te amo”, “Gracias por hacerme tan feliz” o en algunos casos, “¿Te querés casar conmigo?”. Algunas de ellas están a punto de desmayarse. Otras, al borde de la histeria; mientras que un pequeño grupo corea su canción favorita con una amplia sonrisa. Todo esto nos indica que un artista internacional ha venido al país y sus fieles fanáticas no se van a perder un solo minuto de estar cerca de su ídolo, aunque sea a muchos metros de distancia.
El fanatismo hacia un artista surge, principalmente, en la adolescencia y es manifestado, más que nada, por mujeres (los hombres son menos demostrativos en esos casos). Es un fenómeno parecido al enamoramiento, en el cual las “fans” pueden llegar a considerar a su ídolo más importante que su propia familia. Es una admiración, un poco exagerada, hacia una estrella juvenil, hacia la imagen que transmite el mismo a través de los medios de comunicación. Las seguidoras sienten que los artistas son un modelo a seguir, y tienden a imitarlos, ya sea en su forma de pensar, de expresarse o de actuar en la vida. Se ilusionan pensando que son “casi perfectos” y buenas personas, que no tienen demasiados defectos, sin conocerlos verdaderamente, ya que pueden estar dando una imagen ficticia, sólo para vender más discos o tener más audiencia en sus programas. Enterarse de que una estrella no es como se cree resultaría muy decepcionante para una fan y también muy peligroso, ya que pueden llegar a necesitar ayuda profesional porque, en algunos casos estas situaciones las llevan, por ejemplo, a la autoflagelación.
Las seguidoras saben todo sobre su ídolo: fecha de nacimiento, comida favorita, signo en el horóscopo chino, entre otras. Conocen todos los datos de memoria y compiten entre ellas para ver quién sabe más. Cada artista tiene millones de clubes de fans, gracias a Internet, que hace todo más fácil: permite una mejor organización entre ellas y brinda la posibilidad de compartir con otros el fanatismo por su estrella favorita; mientras que antes de su invención los fanáticos se “conectaban” a través de revistas de adolescentes y de música.
Las fanáticas son capaces de hacer cualquier cosa para acercarse a su ídolo: desde infiltrarse en un hotel hasta evadir el control policial o, lo que es aún más peligroso, arrojarse encima de un vehículo en movimiento. Si lo tienen cerca lo quieren tocar, abrazar, besar y “arrancarle” algo para tener un recuerdo de él; y si se encuentra lejos, como en un escenario de un recital o en un balcón de un hotel, lloran, gritan, se desesperan y hasta llegan a desmayarse.
Si dicho ídolo es internacional es aún peor. Las chicas hacen guardia en el aeropuerto esperando a que llegue, luego (sea la hora que sea) se dirigen al hotel en donde va a estar hospedado y gritan hasta que su artista predilecto salga a saludarlas, aunque sea desde un balcón o una terraza. Llegan a gastar grandes sumas de dinero para ir a cada show que brindan en su país, obviamente, siempre en la mejor ubicación. Antes de entrar al estadio enloquecen frente a cualquier cámara y comienzan a cantar, bailar o llorar, haciéndole creer al televidente que están completamente desquiciadas. En algunos casos, los padres se enojan mucho, porque no saben donde están sus hijas, ya que siguen a su ídolo por todas partes. Igualmente a ellas no les importa, porque el hecho de estar cerca de su estrella favorita compensa cualquier castigo.
Suenan molestas ¿verdad? Pero gracias a las fans los artistas son exitosos, porque ellas compran sus discos, las entradas para los conciertos y todos los productos que salgan al mercado sobre ellos. Entonces ¿qué sería de los ídolos juveniles sin sus fans?

Johanna Lentini