jueves, 30 de julio de 2009

Y la semillita germinó en primavera

Al saber que este posteo debía tratarse de una autobiografía que rompa con su estructura habitual, pensé contar los momentos más importantes de mi vida, comparándolos con la vida de un árbol.




Hacia fines del año 1992, mi historia comenzaba a escribirse, ya que la semillita que me daría la vida, había sido plantada exitosamente. Durante largos nueve meses me sentí sumamente protegida y mimada, aunque debo confesar que el hecho de dejar de ser una semillita para convertirme en un árbol bebé, me asustaba un poco.

Un nueve de octubre de 1993, por fin asomé mis primeras hojitas en el jardín del Hospital Alemán. Dos de ellas eran hojas más grandes y fuertes; apenas las vi supe que se trataba de mi mamá y mi papá, quienes me mostraron lo que es la vida.

También encontré dos pares de hojas más viejitas pero igualmente hermosas, eran mis abuelos. De a poquito fui conociendo a toda mi familia de hojas, tíos, primos de sangre y postizos, tíos abuelos.

Luego de un año de haber visto por primera vez la luz del día, fui bautizada y dos personas maravillosas comenzaron a formar parte de mi vida, mis padrinos.

En el año 1995, ya sabiendo hablar de manera entendible y caminando solita, noté que de mi arbolito crecía una pequeña ramita. Era el Jardín Leopoldo Marechal, en el que recuerdo haberme divertido mucho y conocido a muchos amiguitos que hoy en día sieguen creciendo conmigo en la copa de mi árbol.

Durante el transcurso de cinco hermosos años, el jardincito se había transformado en una gran rama de la cual nacían otras dos, a las que tiempo después iría para seguir aprendiendo. Atravesé días soleados, nublados, de frío, calor, pero nada impidió que siguiera creciendo.

Finalizando el verano, en marzo del 2000, ingresé en aquella ramita que nacía del Jardín. Llena de expectativas, nervios, ansiedad, alegría y un sin fin de sensaciones, daba mis primeros pasos en la Escuela Primaria. Durante esta etapa, nuevas hojas nacían en mi arbolito, unas eran grandes, amorosas y llenas de conocimientos; comprendí que ellas serían mis señoritas, las que me acompañarían durante los siguientes siete años. También nacieron otras más pequeñas, muy parecidas a mí, eran mis nuevos compañeritos.

Sin mayores dificultades fui recorriendo el camino de la escuela, pero eso no me bastaba para ser completamente feliz, porque con sólo nueve añitos, notaba como poco a poco, una de mis hojas más importantes se deterioraba. Finalmente un dieciocho de octubre de 2002 la hoja terminó de secarse y cayó al suelo. En ese momento tuve la sensación de que una gran helada caía sobre mi copa, pero a la vez me sentía contenta porque sabía que desde allí mi abuelo Rafael me ayudaría a fortalecer mis raíces.

Los días, los meses y los años seguían pasando, hasta que en diciembre de 2006 mi paso por la primaria llegaba a su fin. Muchas de las hojas que me acompañaron durante todo ese tiempo aun hoy permanecen entre mis ramas, otras tantas se cayeron.

Tan sólo con trece años y cinco meses me tocó formar parte de otra rama, tal vez una de las más importantes. Sí, me esperaba la Secundaria, una etapa totalmente novedosa. Profesores, una nueva escuela, compañeros, materias, todo me resultaba desconocido. La primavera estaba por comenzar y muchos de mis nuevos compañeros ya se habían transformado en mis amigos. Uno de ellos, Silvina, se ganó un lugar privilegiado en mi árbol, el de mi hermana del alma.

Se acercaba mi cumpleaños número catorce y el árbol completo (tíos, primos, padrinos, papás, abuelos, amigos) estaba exaltado, ya que debíamos ponernos en marcha con los preparativos para el festejo de mis quince años. Corridas, discusiones, llantos, disconformidad, indecisión, fueron algunos de los tantos momentos que viví junto a mi familia y principalmente junto a mi mamá. Finalmente luego de tantas idas y venidas, la noche del once de octubre de 2008 llegó y mis hojas brillaron como nunca.

Ya en el 2009 comencé a sentir que mi árbol no era el mismo de siempre, que algo raro estaba pasando. No era más aquel arbolito ingenuo, ya tenía quince años y pude darme cuenta como las hojas que me dieron la vida se distanciaban día a día. Poco a poco fueron alejándose, hasta que cada una encontró por separado el lugar que necesitaba.

Otro año lectivo comenzaba, pero ya nada era lo mismo porque algunas hojitas se habían perdido en el camino. Una vez más el otoño comenzaba y lamentablemente volví a sentir un deterioro en mi arbol. Otra vez la historia se repetía y dos hojas sumamente importantes en mi vida, enfermaron. Eran tan unidas que trece días después de que cayera la primer hojita, la de mi abuela Isabel, también termino de secarse y cayó la de mi abuelo José.

Durante lo que va del año mi arbolito fue muy castigado por tormentas y heladas, el invierno aun continúa. Sólo espero que llegue la primavera y volver a florecer.


15 años no es nada, pero ¡Qué rápido pasó!



Melina Raberto


5 comentarios:

  1. Meli: Realmente me encantó tu posteo, la forma en que lo contaste, todos y cada una de los detalles que tiene, las fotos, el Slide, en fin todo. Me pareció super original la idea que tuviste para hacerlo, y conicido totalmente con vos, "15 años no es nada, pero ¡Qué rápido pasó!".

    Noelia Cardozo

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  2. Meli: Me re-gusto tu idea de compararte con un árbol, te digo que tu posteo de verdad me conmovio por todos los inviernos, otoños, veranos y primaveras que pasó, porque lo siento muy cerca del mio, ya que vos sos una persona muy cercana a mi.
    Lo que más me encanta es ser una de las tantas personas que forman tu vida.

    Silvina Gagliardi

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  3. Me alegro que les haya gustado, fue una de las últimas ideas que se me ocurrio, ya que había pensado otras maneras de contar mi historia pero ya fueron utilizadas por otros chicos.
    Y seguro que ¡¡15 años NO ES NADA!!

    Melina Raberto

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  4. Mel me gustó mucho la manera en que escribiste el posteo al igual que el Slide. Fue muy original comparar tu vida con la de un árbol.

    Emanuel Zaia

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  5. Meli me gustó mucho la idea de comparar tu vida con la de un árbol, fuiste re original, y también me gustó mucho tu slide.
    Y como dice la canción y dijiste vos, "15 años no es nada pero que rápido pasó".



    Camila Castro

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