
En realidad no le encuentro otro porque al motivo por el cual estoy escribiendo sobre ellos, simplemente “
porque son demasiado especiales para mí”. Me resulta muy raro que con quince años, ya los tenga y sean
tan importantes; me resulta muy raro saber que por ellos haría cualquier cosa, sin importar lo que sea; me suena muy loco que a esta edad, me miren y me digan “¿Tía, vamos a jugar?”. Capaz porque nunca lo pensé, ni nunca me imagine con tres personitas tan especiales al lado, capaz porque siempre fui la “nena” de la familia y de un par de meses a otros, dejé esa “nena” y pasé a ser una tía; o puede ser porque llegaron los tres de sorpresa y
me maravillaron con sus cositas tan chiquitas, pero a la vez tan grandes.
Hoy en día puedo asegurar que son demasiado para mi, que con el tiempo o en un par de meses se ganaron
todo lo que otras personas se podrían ganar en más tiempo; hoy aseguro que es
hermoso verlos crecer, compartir juegos, palabras nuevas, dibujitos, salidas a pasear, partidos de fútbol, sesiones de peluquería, fotos, abrazos, besos o simplemente que me digan “
TIA”. Fue hermoso desde
Martina que fue la primera en nacer, pasando por
Ramiro y hasta
Joaquín que recién tiene un mes y días; fue algo increíble asumir una “responsabilidad” distinta a los once años; porque tengo que admitir que cuando llegó ella los celos me ganaron, pero con el tiempo me ayudó mucho a “mudarar” y a entender otras cosas. Al principio, cuando se empezó a escribir la historia de mis sobrinos, fue duró que alguien me saque el lugar de “la más chiquita de la familia”, pero cuando esa personita se empezó a ganar todo mi amor, las cosas cambiaron y ya no la veía como alguien con quien tenia que competir, sino que era precioso verla y aunque sea escuchar su risa. Ayudarlos a crecer es algo de
lo más lindo, enseñarles y demostrarles cosas nuevas también, pero verlos como descubren cositas que capaz que para nosotros son chiquitas, pero para ellos tan grandes, es algo
inexplicable; y que tres seres así te hagan
feliz con un abrazo, un beso o simplemente con una mirada es algo que no se compara con nada; porque en un día malo verlos a ellos es precioso,
te cambian el humor, las ganas y hasta las fuerzas.
La primera en llegar fue ella, toda una princesa,
Martina. Me acuerdo el día que mi hermano nos vino a dar la noticia, después de tantos años de noviazgo con su mujer, ella estaba embarazada; me acuerdo las lágrimas de mis papás, de mi hermano y de mi cuñada, y también de mi sonrisa; una felicidad enorme para todos. Mi hermano y mi cuñada no estaban casados, asi que en un corto tiempo se preparó todo y se efectuó la boda; nueve meses después nació Martina. Un
6 de Abril de 2005, llegó con toda la alegría y toda esa hermosura, para cambiarnos la familia por completo; nació en el
Hospital Francés y no me acuerdo exactamente la hora, pero sé que fue cerca de la medianoche. Me acuerdo de ese día como si fuera hoy; de mi hermano saliendo de la sala de parto con ella en brazos, tenía los ojo

s increíblemente abiertos y eran azules; verla ese día me hizo muy feliz, era tan linda y no podía creer que era
mi primera sobrina. Al pasar los meses, Martina crecía con la ayuda de una familia hermosa que la rodeaba; así y con el transcurso de los meses, hoy tiene cuatro años y es la persona más loca y chispita de todas. Con un abrazo grande y una locura de sus dibujitos preferidos,
te alegra el día y
te saca una sonrisa como nadie.
Aproximadamente un año después llegó
Ramiro; ahora era mi otro hermano el que tenía que dar la noticia. Fue un poco confuso el anuncio, ya que mi hermano tenía una edad que se la consideraba chico para ser papá, y a mi cuñada también; pero ese futuro hijo, nieto y sobrino, iba a ser bienvenido con la misma alegría que lo fue con Martina. Un
23 de Septiembre de 2006, nace Ramiro en la
Clínica Santa Isabel. Y de mi parte fue loco imaginarme con un sobrino varón al lado, porque en realidad yo no me veía jugando a la pelota con él; pero al final y hoy en día, disfruto cada partido, cada carrera de autos o lo que sea, y doy la seguridad que es hermoso todo el tiempo que pasamos juntos, porque a diferencia de Martina, él es el más tranquilo de todos y ahora con casi tres añitos de edad, justo en esta etapa en donde descubre un montón de cosas, se me hace
inexplicable escucharlo hablar o descubrir cosas nuevas.
Y hace un mes y días, nació
Joaquín. El anunció fue sorprendente porque él iba a ser hermanito de Ramiro, y este a penas tenia casi tres añitos, pero de igual modo que mis otros dos sobrinos, lo recibimos con una alegría grandísima. Joaquín nació el
17 de Junio de este mismo año en la
Clínica Santa Isabel; Ramiro a pesar de los celos llevó muy bien esto de tener un hermanito nuevo y ensima varón. De Joaquín mucho no puedo decir, porque es chiquito y no comparto tantos momentos de juegos y demás, pero al igual que Martina y Ramiro, él es una
estrellita más que me ilumina.
Hoy en día, ellos,
mis tres estrellas, son algo inexplicable para mi; nunca pensé en quererlos tanto, pero a medida que fueron llegando me cambiaron el rumbo de mi vida de una forma que no se explica. Pasan dos días y no

los veo, y ya los estoy extrañando; capaz que para todos los demás que leen este posteo suena un poco exagerado o algo por el estilo, pero juro que es lo que siento y es maravilloso. Martina, Ramiro y Joaquín, son tres personitas que
no los cambiaría por nada, que daría lo que sea por ellos, que me pone feliz verlos reír, y que con el tiempo se van ganando todo de mi. Ellos, pueden lograr lo que los demás capaz que no, me pueden levantar con una locura tonta; con el tiempo, aprendí a
valorar cada minuto que están al lado mío, porque es increíble lo que logran hacerme sentir. Y es hasta el día de hoy que los miro y me pregunto “¿Cómo crecen tan rápido?”, pero enseguida me contesto…
“A cada minuto crecen, y yo estoy al lado de ellos cuando lo hacen”; para algunos sonará un poco “cursi” pero es así y estoy segura de que si alguien es tío o tía de mis compañeros, siente lo mismo; algunos lo sentirán con hermanitos más chiquitos, pero yo no tuve esa oportunidad y lo descubrí de la mano de ellos y es igual de hermoso.
Este posteo ellos no lo van a leer, pero si lo harían les agradecería por cada minuto que me hacen pasar con
tanta felicidad, por cada risa, cada abrazo o cada juego que comparten conmigo; por cada palabra y por lo que ustedes también me enseñan a mi. Gracias simplemente por aparecer en mi vida como
tres luceros que me ayudan a seguir. Son algo totalmente
precioso para mi y amo que estén al lado mío.
¡Los amo con todo mi corazón Estrellas!
Camila Delucis